Mi Top 5 Argento – Parte 2

Dependiendo a qué hora del día se sienten a leer este post, sírvanse un café, un fernet o una copa de vino, porque esto va para largo. Acá vienen mis destinos argentos favoritos, y aunque quise resumir lo más posible, me quedó un post recontra largo por la cantidad de cosas lindas que tengo para contar.

3 – Norte argentino – Salta & Jujuy

Aún recuerdo el sofocante calor que hacía aquel Jueves 8 de Enero de 2015. Con Aye nos encontramos en el centro para tomar la gloriosa línea 45 que nos dejaría en Aeroparque, donde otra vez, nuestras millas de LAN nos llevarían de viaje, esta vez a Salta.

Y acá vengo a desmentir el primer mito: viajamos en pleno verano al norte, y estuvimos bien. Mucha gente suele privarse de ir al norte entre Diciembre y Marzo creyendo que hace un calor intolerable y no es así. Hace calor, sí, el mismo calor que en Buenos Aires, quizá un poooco más. Pero nada que impida disfrutar este hermoso lugar.

Nos alojamos en el Hotel Astur las primeras noches en Ciudad de Salta y al día de hoy sigo maravillado con su cama extra-grande, el rico y abundante desayuno, y sus modernas instalaciones. La noche que llegamos salimos a caminar en búsqueda de las famosas peñas, donde se acostumbra a ver shows tradicionales y degustar cómidas típicas de la provincia. Luego de caminar por la céntrica Av. San Martín y ver miles de lugares donde comer, decidimos entrar en la Peña Don Oscar, que en teoría es del Chaqueño Palaveccino. Y en seguida notamos lo que nos habían advertido: en Salta se come muy bien. Y como el postre no se queda atrás, acá va otro tip: no pueden irse de la ciudad sin probar el helado de vino. Es un clásico de casi todas las heladerías salteñas.

La mañana siguiente nos encontró más descansados y con energía para recorrer la ciudad. No hizo falta caminar mucho para darnos cuenta por qué la apodan Salta la linda. En medio día nos fuimos cruzando con el Cabildo, la Catedral, la Plaza 9 de Julio, y comprobamos otro mito: las empanadas salteñas son realmente un manjar. Y acá otra sorpresa: en el cabildo vimos otro show de gauchos en plena calle, algo que me sorprendió y me gustó mucho. Empezaba a ver cuanto se valoran y cuan presentes tienen a las tradiciones en la provincia.

Luego del almuerzo contratamos las excursiones con una agencia llamada La Posada, que nos regaló un city tour esa misma tarde. Visitamos varios puntos muy interesantes, incluído el monumento a Güemes, el Castillo de San Lorenzo (cuya historia les dejo aquí), la Cascada del Cerro San Bernardo (desde donde se tiene una muy linda vista aérea de la ciudad), entre otros. Si bien fue un paseo corto, realmente valió la pena y conocimos lugares que por nuestra cuenta quizá ni se nos ocurría. Salta se ponía cada día más linda.

Hasta acá venía todo muy lindo: una ciudad pequeña, muy bonita, donde se comía muy bien y donde las tradiciones en la calle o en las peñas nos remontaban a la época colonial. Pero ahora entra en escena la que empezó como un destino de excursión, pero terminó convirtiéndose en dueña de las mayores bellezas naturales de este viaje: la provincia de Jujuy.

La excursión salía desde Salta en una minivan que nos llevaría a recorrer, durante casi todo el día, maravillas como el Cerro de los 7 Colores, Salinas Grandes, y terminar en Purmamarca, donde nos gustó tanto que nos hospedamos por los siguientes 3 días.

Como bonus track, les dejo dos tips: 1) si sufren mal de altura, les recomiendo ir mascando coca durante este viaje; y 2), en Salinas Grandes se pueden sacar fotos muy ingeniosas:

Aye pateando a un mini-Chris

Los siguientes 3 días estuvimos hospedados en Purmamarca, la cual es parte de la Quebrada de Humahuaca. Primero porque el pueblito es muy lindo, básicamente es hospedarse en un valle rodeado de montañas y con vista al cerro todos los días; y segundo, porque hicimos base para las siguientes excursiones, que nos quedaba más a mano hacer desde allá, que volviendo a Salta.

Con el diario del lunes, 3 días quizá fue demasiado. No hay mucho para hacer en Purmamarca y las excursiones en 2 días se hacen más que bien. De todas maneras, disfrutamos mucho y aprovechamos a descansar en una zona realmente diferente a todo lo que habíamos vivido.

Con esta hermosa vista desayunábamos, en el Faustino hotel.

El segundo día en Purmamarca hicimos una de las excursiones que más me gustó de todo el viaje: Tilcara. Llegamos en uno de los tantos colectivos que salen desde Purma, los cuales son cómodos y son la mejor forma de moverse por la Quebrada de Humahuaca. Los trayectos son cortos y el camino es bastante llevadero.

Lo primero que genera admiración es la preservación de la flora en el Jardín Botánico de Altura, donde los protagonistas son los cardones: planta que parecen cactus, pero no son cactus (suena pavo pero juro es así). El cardón» Trichocereus volcanensis» es una especie emblemática y única en la Quebrada de Humahuaca, originario del noroeste argentino.

Lo siguiente que me generó admiración fue nuestro guía. Toda la gente del norte tenía en común el ser sencilla, humilde, y muy apasionada por su trabajo, como el caso de nuestro guía Sergio. Sergio nos contó de los cardones y nos transmitió su tristeza por el deterioro de los mismos, mostrándonos lo dañados que estaban, fruto del abandono por parte de los distintos gobiernos de la provincia. Algo que lo entristecía mucho a el y también a nosotros, como argentinos, que a veces no sabemos valorar la belleza de lo que tenemos. Espero que hoy alguién haya escuchado el pedido silencioso de Sergio, y tanto el Jardín como los cardones tengan el cuidado que se merecen.

Continuando el recorrido nos encontramos con otra belleza, el Pucará de Tilcara. Es el monumento más destacado de la ciudad y también el más antiguo, pues se trata de una antigua fortaleza de los omaguacas, el pueblo prehispánico de la Quebrada. Se construyó hace más de mil años y hoy es posible visitar sus ruinas, que están restauradas. Estas ruinas están en lo alto de una colina; nuestro guía explicó que esto permitía a sus antiguos habitantes vigilar los alrededores ante posibles peligros. Para nosotros es hoy un precioso mirador a todo el valle y las montañas que rodean el pueblo.

De entre las cenizas milenarias de un pueblo muerto, exhumaron las culturas aborígenes, dando eco al silencio.

La Pronvincia de Jujuy, a Juan Ambrosetti y Salvador Debenedetti, restauradores del Pucará.

Nos despedimos de Jujuy luego de ver estos paisajes tan lindos para volver a Salta, a pasar los últimos 3 días del viaje. Nos volvimos a hospedar en el centro, y la siguiente y última excursión nos llevaría a la Quebrada de las Conchas, también conocida como Quebrada de Cafayate.

El guía nos comentó que el nombre se debe a que toda el área estaba, hace cientos de años, cubiertas por valvas marinas petrificadas, lo cual hacía pensar que en la antigüedad gran parte de esto fue una costa. Lo cual es impresionante porque ahora lejos de ver una gota de agua, lo que se ve es puro valle montañoso y unas formaciones realmente impresionantes. Así fue como conocimos el antiteatro, la garganta del diablo, y el mirador tres cruces, entre otros.

La acústica del anfiteatro es muy buena (por algo su nombre), y recuerdo había un chico cantando siendo toda una atracción extra para los turistas.

Una vez más, los paisajes eran dignos de admiración, y el destino se seguía auto-superando cada día.

Los últimos dos días de viaje alquilamos unas bicicletas y nos fuimos a recorrer un par de bodegas que hay en Cafayate. Tuvimos oportunidad de en una de ellas ver el proceso de elaboración del vino, hacer la degustación, e incluso comprar algunas botellas. Si bien no fue mi parte favorita del viaje, fue un plus adicional, dentro de tanta variedad de actividades que encontramos en este destino. Sin dudas, volvería para dedicarle más tiempo a la parte vinícola de Salta el día de mañana.

Es impresionante la cantidad de cosas que hicimos en Salta y Jujuy durante poco más de una semana. Realmente es un destino recomendadísimo, por que no es caro, y por que se ven paisajes que no se ven todos los días. También se come muy bien, y hay una oferta gastronómica variada y diferente. Párrafo aparte para su gente, con una amabilidad y sentido de pertenencia admirables.

Es un destino al que sin ninguna duda volvería. Nos quedaron pendientes conocer lugares como Cachi, o incluso hacer una escapada también a Tucumán. Mucha gente también usa este destino como base para luego subir hacia Bolivia y continuar por el resto del continente. También quisiera conocer un poco más las bodegas salteñas. A nuestros amigos salteños y jujeños: gracias. Volveremos!

2 – Bariloche – Rio Negro

Símbolo de la Patagonia. Sede del centro de ski más grande de Latinoamérica. Capital nacional del chocolate y destino por excelencia de viajes de egresados. Miles de historias se esconden en Bariloche, una ciudad que parece salida de un cuento.

Mi primer visita a Bariloche fue en Agosto 2008, en mi viaje de egresados. Debo decir que poco aprecié de la ciudad en esos momentos, pero fue mi primer viaje oficial con mis amigos, la banda, con quienes hoy – 14 años después – seguimos estando unidos e incluso viajando. Y por eso merecen una primera mención en el blog.

Voy a avanzar 5 años en el tiempo y decir que conocí «correctamente» a Bariloche en Agosto 2013. Por ese entonces, junto a Aye eramos tan solo amigos e hicimos el viaje juntos bajo ese concepto. Ambos queríamos hacer una escapada al sur, y así lo hicimos.

Panorámica nocturna del Centro Cívico bajo una ligera nevada de Agosto

Llegamos muy temprano por la mañana y, luego de dejar las cosas en el hostel, nos decidimos a hacer un primer recorrido por lo más clásico: el Centro Cívico. Desde allí nos cruzamos hacia el lago Nahuel Huapí, para arrancar una recorrida a pie bordeandolo. Siguiendo los carteles, nos enteramos que estábamos haciendo el llamado circuito chico, que sería una primer recorrida a la ciudad y sus paisajes naturales. Y así fue como nos enamoramos a primera vista (de Bariloche, claro).

Nota de color: nos encontramos un perrito que se nos acercó muy amistosamente en las inmediaciones al lago, y Aye lo bautizó «effe», en honor a una transacción de SAP que usábamos en el trabajo por ese momento (FS10n). Dato nerd del viaje y prueba de cuanto trabajábamos (?

Al igual que en todas las provincias que vengo nombrando en esta serie de posts, en Bariloche se come MUY bien, aunque tiene una particularidad que luego voy a nombrar. O quizá dos. Pero voy a arrancar por mencionar que almorzamos en Familia Weiss, conocidos por sus fiambres ahumados y gustosos y por hacer buenas fondue. No fue nada del otro mundo: pagamos caro y comimos bien, pero poco abundante. De todas maneras, es uno de los clásicos de Bariloche y teníamos que conocer.

Aye y la fondue de Familia Weiss. Como verán, no era abundante, y nos salió una moneda.

Continuamos por el circuito chico donde vimos paisajes realmente hermosos, hasta que llegamos a otro punto top de la provincia y quizá del país: el hotel Llao llao, uno de los más lujosos y prestigiosos que conocimos. Allí se alojó, por ejemplo, Barack Obama cuando vino a la Argentina en 2016. Si bien no entramos, recorrimos desde afuera gran parte del predio, así como los campos de golf. Leyendo un poco, me enteré que en 1939, a tan solo dos años de haberse inagurado, el Llao llao se incendió casi por completo, y luego fue recontruido. Les dejo aquí su historia para quien les interese; un punto obligado si están de visita por Bariloche.

Una de las particularidades a las que me refería antes es la cerveza artesanal típica barilochense: marcas como Patagonia, Blest y Berlina, entre otras, tienen su sede y/o son originarias de esta ciudad, y visitarlas es un imperdible. Me acuerdo que fuimos a Berlina en un colectivo que pasaba por la ruta que bordea al Llao llao; Aye se quedó dormida, la desperté cuando (creía) que habíamos llegado, y nos bajamos a las corridas. Poco más y terminamos en Ushuaia (?

Así fue como en tan solo un día, Bariloche nos había cautivado. Nieve, un lago hermoso, paisajes montañosos por donde mires, un hotel de categoría mundial, gastronomía patagónica y ahora le sumábamos buena cerveza. Creanme: las fotos no llegan a mostrar lo lindo que estar ahí. Parece una ciudad salida de un cuento. Ah, y de yapa, la segunda particularidad que aún no les nombré: el chocolate de Bariloche, con Rapa Nui a la cabeza, es de elite. Sin dudas, otra visita obligada. No pueden no probar los franui, o cualquier chocolate que hay allá adentro porque valen cada centavo.

Al segundo día nos fuimos a conocer otro punto top: el Cerro Catedral, el centro de ski más importante de Sudamérica, y de renombre internacional. En la base y sacando los tickets nos encontramos con gente que hablaba en todos los idiomas, siendo el portugués el predominante, dado que muchos hermanos brasileros vienen a hacer aquí la temporada de invierno.

Aye y una vista imponente desde el cerro. Lo nuestro? El snowboard!

Entre fines de 2012 y principios de 2013 estuve de work and travel en California, donde trabajé en un centro de ski. Allá fue donde aprendí una pasión que al día de hoy conservo y realmente aprecio: el snowboard. Una de las excusas por las que fuimos a Bariloche fue básicamente por esto, a hacer snow. Aye no sabía nada, y yo venía con la experiencia de yankilandia totalmente fresca. Así que la idea era enseñarle. Y así fue: en tan solo un día, luego de varios intentos y caídas, logró bajar de la montaña andando sin problemas. Ese día fue soñado a nivel climático: había nieve, había sol, y no había nada de viento. Más no podíamos pedir! Bariloche se ponía cada día más linda, y las imágenes borrosas de aquel viaje de egresados iban recobrando el color, y enbelleciendose cada vez más.

Con mis googles verdes, bajando tranqui, mientras Aye desde el piso me fotografiaba

Al día siguiente, no fuimos tan afortunados. Estuvo nublado, llovisnó, y había mucho (mucho) viento. Tanto viento, que se llevó a mi tabla de snowboard, literal. Resulta que la estaba ayudando a Aye a ajustar sus botas; dejé mi tabla apoyada en la nieve, y de repente.. una ráfaga abismal nos pasa por encima. En un microsegundo vi como la tabla dió (facil) 4 vueltas en el aire y salió rebotando hasta terminar en el fooondo bien abajo de un fuera de pista inalcanzable. El «uuhhh» de los que estaban cerca me hizo caer en la realidad: era técnicamente imposible recuperarla. Y como era alquilada, ya me veía dandole mil explicaciones al local donde la alquilé, pidiendo que me la cobren lo menos posible. Lo único que me faltaba: tener que pagar el precio de una tabla como si fuera nueva, cuando no solo no era mía, sino que la acababa de perder.

Desesperado pero sin perder la calma, seguí ayudando a Aye y bajamos hasta encontrarnos con uno de los guías del cerro. Le expliqué mi situación; me dijo ser skiador de alta montaña y que la iba a recuperar. Así que me fui un poco más tranquilo a seguir instruyendo a mi alumna. Todos en el cerro me habrán tildado de loco ese día, ya que la corría a Aye de un lado para el otro, y era la única persona en toda la montaña que no tenía ni un ski ni un snowboard puesto: solamente subía y bajaba la montaña corriendo. Y lo dificil que era! Pero todo sea por amor.. amor a la docencia, por ese entonces (o no?).

El día 2 estuvo nublado, lluvioso y sin nieve.. bajar fue toda una odisea.

Esa noche, cansados de dos días al hilo de caernos consecutivamente sobre la nieve, fuimos cenar unas pastas por el centro para luego terminar en el famoso bar de hielo. Por ese entonces, no era tan común; hoy en día en casi todos lados hay uno. Si bien es una linda y diferente experiencia, no es un imperdible: los tragos son caros, no hay nada para comer (creo), y realmente – si bien te dan abrigo y te recomiendan ir abrigado – pasas frío. De todas maneras fue una linda y divertida salida.

Como éramos jovenes, y estábamos con ganas de tomar algo pero pasando el menos frío posible, del bar de hielo nos fuimos a Antares, donde recuerdo nos sentamos en la barra, y el genio del bartender era fan del rock nacional, jugamos un juego: el nos tiraba bandas, y yo le cantaba un tema. Creo que gané. Y creo que Aye se habrá embolado bastante.

La degustación de birras artesanales de Antares. Allí los conocí y quedé fascinado, aunque no tanto como con Berlina.

Fue un mini-viaje increíble. Bariloche es una ciudad hermosa, coqueta, que está linda a toda hora. Tiene sol, nubes, nieve, lagos por donde mires, chocolates, cerveza, comida riquisima, y una arquitectura bien definida. Se respira un aire patagónico tan característico, que siempre es lindo volver. Dicen que se disfruta en toda estación del año, y es verdad: si bien lo típico es ir en invierno para aprovechar las actividades de nieve, creanme que en verano también es un cuento de hadas:

Siempre es lindo volver a Bariloche. Y no tengo dudas que pronto allí estaremos!

1 – Mendoza

Una provincia que lo tiene todo: una ciudad muy bonita, una montaña con gran centro de ski, bodegas y viñedos de renombre internacional, una gastronomía de primera, la cordillera, excursiones de alta montaña, termas, el cerro más alto de América, un pueblo fabuloso como San Rafael. El puesto número 1 de mi ranking va para esta provincia que realmente, me deslumbró.

Caminando por las calles era normal ir viendo varios de estos. Por si quedaban dudas que es la tierra del vino.

Fui a Mendoza en 2019 con Aye y recientemente en 2022 con la banda. Y fueron dos viajes hermosos y distintos. Y aquí una de las características del destino: se puede disfrutar de muchas y distintas maneras y compañías.

Junto a Aye nos dedicamos a recorrer toda la parte turística. Lo primero que hicimos al llegar fue, fiel a nuestra costumbre, dar una vuelta por el centro. De entrada me sorprendió la cantidad de palmeras, etiquetas de vinos en el piso, y lo limpio que se veía todo. Casi sin querer queriendo nos topamos con el Parque General San Martín, donde estaría mi primera gran sorpresa: salvando las distancias, es un lugar que me recordó demasiado al Central Park de New York, por su enorme cantidad de verde, su laguna, monumentos, y lo grande que es. Te podes mover incluso en taxi, auto o colectivo por ahí dentro. Nosotros nos dedicamos a caminarlo, y valió la pena.

Averiguamos para alquilar auto y en esos momentos, nos salía mucho más barato contratar las excursiones, que un auto y hacerlas por nuestra cuenta. De todas maneras, tengan en cuenta la opción: muchos de los atractivos en Mendoza no necesitan guía y se puede llegar manejando. Esta es otra de las ventajas del destino. Para quienes sean aventureros y les gusten los road trip, sepan que es una linda opción: desde Buenos Aires, por ejemplo, hay aprox 1000 kms de distancia con Mendoza (unas 12 hs de viaje); para los que preferimos la comodidad del avión, es un vuelo de menos de 2 hs.

Con el embalse El Nihuil y su lago artificial de fondo

No iba a faltar mucho más para terminar de enamorarnos. La primera excursión tenía varios lugares de interés a través de la famosa ruta 40, siendo el primero la ciudad de San Rafael. Es uno de los puntos turísticos más alejados (233 kms de distancia de la ciudad de Mendoza), y mucha gente lo hace como un destino en sí mismo, ya que en el pueblo también se puede hacer base (hospedarse) y conocer desde allí distintos lugares. Nosotros estuvimos de pasada solamente por el pueblo, ya que nos dedicamos a recorrer las principales atracciones que lo rodean.

En los alrededores de San Rafael. Un pueblo al que volveremos para disfrutar bien a fondo.

El punto fuerte de este primer recorrido fue, sin dudas, el Cañón del Atuel. Un hermoso desperfecto geológico, similar al cañón de Colorado, que se encuentra en la desembocadura del río del mismo nombre. Llegar no es taan fácil, el camino es medio complicado, pero nuestro conductor de la combi realmente la tenía muy clara, y nos acercó hasta puntos con muy buenas vistas dentro del cañón. No se si me hubiese animado a manejar hasta donde él nos llevó así que agradecí haber elegido excursión. Las imagenes son imponentes y te sentis ínfimo estando allí dentro:

Desde allá bajamos andando en la combi hasta la base del cañón, desde donde tuvimos otras vistas, incluída una panorámica al embalse y dique El Nihuil. El lago que allí se encuentra es artificial, y lo usa la represa como fuente generadora de energía.

Con la represa de fondo, bordeando el río Atuel

El paisaje se ponía lindo por donde mires:

En la base del cañón hay formaciones muy particulares, a las que turisticamente nombraron museo de cera porque en teoría, tienen forma de objetos/personas/cosas que ahora no recuerdo, ni siquiera viendo las fotos. Por eso reitero, hay que tener mucha imaginación jaja.

De las majestuosas formaciones del Atuel seguimos camino haciendo escala para ver el submarino hundido, un «submarino» natural que emerge de las aguas del embalse Valle Grande. Al igual que con el museo de cera, hay que tener algo de imaginación para verlo. Otra vez, pudimos hacer muy lindas fotos, maravillados con el verde del agua:

Por último y para redondear la que fue una de mis excursiones favoritas en los viajes que hice por el país, hicimos kayak por el embalse. Para preservar la vida de mi cámara, no la saqué durante la actividad, pero fue una muy linda experiencia. Volvimos enamorados de San Rafael, del Atuel, y todo lo que vimos. Sin dudas, volveríamos y nos hospedaríamos allí, ya que dicen que el pueblo y los alrededores valen totalmente la pena y hay todavía mucho más para ver.

La única evidencia de que navegamos. Mi cámara no participó de la actividad.

Al día siguiente fuimos a pasar la jornada en las Termas de Cacheuta (link), otro punto alto de la provincia. También estaba incluído entre las excursiones. Había dos opciones: ir al complejo de piletas «público», o ir a uno que era más privado e incluía un spa. Nosotros fuimos al público ya que para el privado tenías que sacar las entradas anticipadamente (hay un cupo de gente por día) y no nos avivamos de hacerlo. Esa es quizá la contra del público: hay bastante gente. De todas maneras, eso no nos impidió disfrutarlo. En el lugar hay un quincho con parrilla donde podes comer, o incluso mucha gente se lleva y cocina/comen ahí. Ah, y que sea público no quiere decir que no haya que pagar: se paga entrada normalmente.

Las piletas son muy lindas, están ubicadas en un lugar con vistas impresionantes, y hay de todo tipo: frías, muy muy frías, calientes, y temperatura ambiente.

Al mediodía, fuimos a almorzar a una parrilla que está frente al complejo de termas, ya que se puede salir y recorrer las inmediaciones de Cacheutá. No hay mucho para hacer más que comer y pasear alrededor de la vieja estación de trenes, rodeada de restaurantes y una plaza:

Volviendo de las termas, ya por la tarde, hicimos una escala para ver Potrerillos, localidad mendocina que está ubicada al borde de la cordillera. Otro hermoso paisaje para retratar:

Al día siguiente volveríamos a subir a nuestra combi de excursión para dirigirnos a la Reserva Natural Villavicencio, famosa por tu hotel, imagen inconfundible de la marca de agua mineral del mismo nombre. Otro punto importante y quizá no tan conocido, es que en esta reserva se encuentra el punto donde San Martín dividió a su ejército, desde donde partieron para el cruce de los Andes.

De camino al famoso hotel, a través de un paisaje espectacular.

Luego de un breve paseo en combi avistando el camino de los caracoles (se le llama así a la ruta que va por la montaña), llegamos al tan famoso hotel. Allí nos enteramos que el mismo fue construído en 1940, y clausurado/declarado en quiebra luego del mundial del 78. Desde entonces está abandonado. Llama la atención lo grande que es y como se preserva, a pesar de estar tanto tiempo a la interperie. Aunque era la primera vez que lo visitábamos, daba la sensación que lo conocíamos de toda la vida, por ser una imagen tan presente en el tan famosa agua mineral. Supongo un buen trabajo de marca.

No parece, pero está literal en el medio de la montaña. Y si no me creen, haganle zoom a la siguiente foto. Ah, y de yapa, al ser una reserva natural, es habitat de serpientes y otro tipo de animales que, por suerte, no vimos ninguno (ni tampoco es habitual ver según nos contaron).

Al día siguiente a haber visitado Villavicencio, amanecí con vómitos y sintiéndome muy, muy mal. Resulta que en la reserva había una especie de canilla libre donde salía agua super natural/mineral, con no se cuantas buenas propiedades para la salud. Y claro, me habré tomado un litro, en parte por que tenía sed, y en otra parte porque era gratis (? El tema es que, se ve que tanto mineral no hace bien y me hizo estragos en el sistema digestivo. Así que, a duras penas, logré hacer fuerzas e ir a la excursión de alta montaña.

Una vista lejana al Cerro Aconcagua, el pico más alto de América.

El principal atractivo de esta última excursión era conocer el Puente del Inca (también conocido como las cuevas), punto histórico que vale la pena conocer ya que es uno de los últimos, y pocos vestigios encontrados, hasta donde llegaron los Incas. Forma parte del sistema vial Andino Qhapaqñan, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Al ser un lugar con tanto valor histórico, me llamó la atención la cantidad de puestos de artesanías que había en los alrededores, y lo poco cuidado que estaba. También nos contaron que anteriormente se solía bajar a las cuevas, pero por el mal estado en que se encuentran ya no es posible. Más allá de eso, la belleza natural del lugar vale totalmente la pena.

Me sentía tan mal que me costó bajarme de la combi, pero por suerte valió la pena el esfuerzo. Las fotos no reflejan lo lindo de los colores que se aprecian en el lugar.

Un lugar realmente tan increíble como histórico.

Los siguientes puntos del recorrido de alta montaña los vi desde la combi por lo mal que me sentia. Solo hice el esfuerzo para conocer las cuevas, y lo valió. Por suerte, esa misma noche los síntomas se fueron; no es nada lindo sentirse mal estando de viaje!

Además de todos los lugares hermosos que mostré, nos quedó pendiente conocer el Las Leñas, un centro de ski digno de conocer y que juro algún día iré. Les dejo una foto de Google, para que se inspiren y vean que tengo motivos para morirme de ganas por visitarlo:

Imagen de google de Las Leñas, una cuenta pendiente para el invierno.

Por último y no menos importante, quedan las bodegas de Mendoza. A través de la ruta del vino se pueden conocer muchas de las más importantes y mas prestigiosas del país (Salentein, Casa Vigil El Enemigo, Zuccardi) e incluso algunas no tan conocidas pero que son una fiesta de comida y buen vino (Azul). En Agosto 2022 hicimos un viaje exclusivamente a hacer bodegas con la banda (mis amigos, para los no-tan lectores), y la pasamos increíble. Pero ya haré un post exclusivo de este viaje. De momento, les dejo a modo de anticipo, dos fotazas que hicimos en Salentein:

Como verán, tengo mis motivos para justificar mi elección de Mendoza como número 1: se puede ir en pareja, se puede ir con amigos, y hasta se podría ir solo, que hay una variedad increíble de cosas para hacer. El clima es maravilloso, y al menos siempre que fui, no vi nunca una nube, y siempre estuvo despejado y con sol, incluso en invierno. De todas maneras, es mi humilde opinión personal, en base a mis vivencias; cada cual puede opinar distinto. Por algo vivimos en democracia (?

Si llegaron hasta acá, gracias por bancarse este megapost! No pensé que se me iba a ser tan largo, pero como dije al principio: nuestro país es hermoso, tiene muchísimo para ver y descubrir, con variedades para todos los gustos.

Hasta la próxima!

Publicado por Chris Diorio

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